domingo, 29 de agosto de 2010

Los primeros 21 segundos

En mi mente había una radio, pero no una radio en el sentido material del término, que también, en buenas horas los sábados muy temprano. Había la radio, lo que la magia le liga a ese término mágico que hace realidad la evaporación mental, ya sea buscando un relax, una activación... o la motivación para levantarse y emprender un nuevo día.

Y, los 21 primeros segundos que me precedían en el contacto con las ondas, donde nadie te ve, donde no ves a nadie, donde tu voz es tu única arma, totalmente indefensa ante el silencio tajante, casi siempre, del estudio. La pecera enfrente, la tensión del ambiente a luz ténue que, sin embargo, ilumina, y de qué manera, cada rincón de un lugar que va mucho más allá de la superficie espacial, pues en él puedes soñar con que te transportas a NY en los años 60 para escuchar un blues improvisado de Marvin Gaye, o bien eres un fiel seguidor de la misa ghospel 'I say a little prayer' de Aretha Franklin.. qué importa cuándo, hoy o ayer, viendo 'La boda de mi mejor amigo' o imaginando los chisporroteos graves de un tocadiscos empolvado "Del salón en el ángulo oscuro... veíase el arpa", tal y como lo vería Don Gustavo Adolfo en sus tardes sevillanas de señorito de tal y perfumado en aromas poéticos al lado de su inseparable y prohibida Casta Esteban... el micrófono veía crecer las primeras sílabas dudosas de mi garganta, muchas veces fiel compañera previa de grandes juergas y olvidos de mi sección.

Porque fue lo más gracioso, buscarle las cosquillas al evento de tener que contar algo más a título personal que a título de una canción aburrida, que nadie oía, si acaso algún radio aficionado, pues los jóvenes compañeros, en un gesto casi mecánico y desprovisto de cualquier decoro, olvidaban lo que estaba pasando al otro lado, olvidaban la posible conexión entre tres mundos: el propio de cada uno, el de las ondas y el del esperanzado oyente, que quizás recordase sus primeras charletas en la radio del pueblo, cuando apenas era un corral mal construído y sin ningún medio, al escucharnos esas mañanas de sábado en Radio Laguna.

Pero, lo más sorprendente de todo fue la sensación de por fin aventurar a distinguir perfectamente aquellos 'yoes' que predijo el señor Higgins y utilizó Sir Óscar Wilde para definir 'El retrato de Dorian Gray'.

Mientras sonaban los primeros compases de Ángel (Nach), mi música de cabecera para la sección de 'Música negra mariconera', era capaz de alcanzar la consciencia hablando cuatro paridas ante ciertas preguntas nimias, y a la vez dominar esas cuatro paparruchadas de mi principal emoción: saber que me fusionaba entre el piano de los primeros 21 segundos de Nach, mi propia voz rompiendo los compases (con la pequeña trampa, eso sí, de una disminución más que notable del volumen al pronunciarme, evidentemente), y la pequeñita esperanza de guiar las ondas a cualquiera que pasara por la circunvalación a las afueras de Valladolid y alrededores, que casualmente hubiera sintonizado esa emisora 'Just in time'.

Pocas semanas para aprender pero sí las suficientes para recordar el gusto en las papilas gustativas que activan mis upper class in memoriam de saber que la radio me mola me mola, cada día más. Porque Leonardo Dantés también merece un lugar significativo en alguna parte...

Los 21 primeros segundos...

jueves, 26 de agosto de 2010

miércoles, 25 de agosto de 2010

Luna llena

Luna llena observa, apacible es calma y me da gratas sorpresas.
Luna llena amarilla, roja, de oro... de gatos aullando, de olas que chocan, que van y vuelven, que se equivocan.
Luna es tesoro de viejos, secreto de niños, arrullo inconsciente de inviernos, delirios, razones, pasiones, quejido de rama y ventana, amarga cera que se derrama.
Luna es pasión y misterio, eterno ciclo de sueños, inspiración para vivos, conspiración para muertos.
Luna aparece y desaparece... tiene sus rachas, como la propia vida, como la propia muerte.