domingo, 22 de enero de 2012

Voces contra la globalización: Los amos del mundo

En 2008, TVE emitió este documental que alza una voz crítica contra la globalización y el secuestro de los estados a manos del poder financiero. Voces expertas y muy autorizadas en la materia como José Bové, Manu Chao y Eduardo Galeano (entre otros) nos dan algunas de las claves por las que estamos regidos por multinacionales, bancos y paraísos fiscales.



En Argentina sufrieron el primer expolio del neoliberalismo, con el "corralito" a principios de la década pasada. No obstante, el mundo viene marcado por las reglas de la globalización más feroz desde la Guerra Fría y el derrocamiento de la Unión Soviética. El golpe de estado a Salvador Allende, en Chile, fue el primer episodio para imbricar en sociedades desarrolladas el modelo de "Los Chicago Boys", una serie de economistas que comenzaron a desmantelar el sistema público de los Estados. En estos momentos nos encontramos en la fase de expansión del capitalismo más feroz. Viendo los resultados de Chile, Argentina o México, no es difícl augurar un futuro más que negro para España.

Los modelos de "Los Chicago Boys" se centran en castigar los pilares más débiles de cada sociedad donde se instauran. En México introdujeron los cárteles de la droga, y en Chile y Argentina lograron tumbar el sistema financiero y además provocaron una auténtica hambruna por la inflación brutal de los precios de los alimentos básicos. Además, no solo se trata de un dominio económico. En muchos casos aconsejan la reclusión de ciudadanos en campos de concentración. Esto lo explican en un documental llamado "La doctrina del shock".

Alonso

Alonso, hombre cano de 76 años. Camina despacio. También habla despacio. Sus ojos, dos nostálgicos habitáculos que han visto y sobrevivido a siete operaciones de corazón. Desde los 40 años ha tenido este problema. En Sevilla le trataron los mejores médicos, pero también estuvo en Navarra, donde le realizaron la última operación. Tiene la cara algo pálida, aunque no exenta de salud. Para Alonso, la ventaja de su problema de corazón se basa en el placer de pasear todos los días por las calles que le vieron nacer, y por los dos chatillos de vino que le ha recomendado el médico para abrir la circulación. Con una sonrisa en la boca, me confiesa que para él la felicidad son esos chatos de vino, el partido de los domingos y el paseo diario.

Solo se tuerce su gesto al hablar de su famila. "Tengo tres hijos zumbaos, que se fueron a Madrid y se metieron en una mierda... cómo se llamaba?"

-Una... secta? -intento ayudar.

-Eso. Eso es, exactamente. En una secta, o algo así. Hace muchos años había un señor religioso que se fue a los suburbios de Madrid, con los drogadictos de las barranquillas. Les juntó a todos, le dieron todo su dinero y él a cambio les daba la droga y les metió en algo peligroso. Mis hijos están ahí...

-Pero, ¿qué le pasa a sus hijos, señor Alonso?

-Uff, no está bien lo que están haciendo. No me hablo con ellos. Ahora, dentro de dos meses voy a ser otra vez abuelo. Mis nietas... no llegan a los 10 años de edad, y me van a hacer abuelo... -me confiesa Alonso, con una voz impotente y la mirada triste.

Los 'kikos' es una de las sectas de la iglesia católica más peligrosas que existen hoy en día. Recientemente, el papa Ratzinger les ha legalizado como una familia más dentro de la propia iglesia, y van proclamando por ahí un mensaje erróneo y anticuado de la sociedad. No permiten ningún tipo de protección en las relaciones sexuales, y las mujeres son tratadas prácticamente como exclavas sexuales. Su primer rito de iniciación comienza con la primera menstruación, y después, deberán tener tantos hijos como Dios les quiera dar. Esos son los mandamientos de esta gente. Las personas que entregan todo su dinero y su dignidad a esta secta, no saben el error que están cometiendo al hipotecar el futuro de estas pobres niñas.

"Tengo dos nietas que van a tener un hijo. No llegan a los diez años!!" Una y otra vez Alonso lo repite. Creo, sinceramente, que la idea le atormenta. No me conoce de nada. Jamás había hablado conmigo. Solamente, le sorprendió mi caminar, mientras él iba mucho más despacio. Seguramente le debí recordar a él mismo de joven. Por eso se desahoga conmigo.

"Yo prefiero estar aquí, hablar contigo, o con otras personas por la calle, como siempre he hecho. No quiero acabar en una residencia plagada de viejecitos que están peor que yo".

Y así se encamina a un bar cercano, porque el dueño "le cae simpático".

-Hoy hay derby -le explico.

-Ah, ¿sí? Pues no me lo pierdo.

Y yo sigo caminando, mientras ya a lo lejos Alonso me desea hasta por dos veces que sea muy feliz en mi vida. Creo, que él lo intenta ser, a pesar de ver cómo no les ha ido tan bien a sus hijos.

martes, 10 de enero de 2012

Michael

Pero no le hirieron como él había visto toda la vida. Nadie le traicionó expresamente. Nadie sin su consentimiento. Lo tenía todo controlado, incluso, su tratado con Dios, su redención con Juan Pablo I, todos sus crímenes.

Pero no le hirieron con un arma, no le hirieron con sus propias trampas, nadie conspiró jamás a su altura.

Le hirieron en lo que nunca protegió, verdaderamente. Le hirieron en un rincón oculto, en su rincón oculto, aquel que no vendería ni por influencias, ni por negocios.

Le hirieron. Le hirieron a mitad de una escalera, en el frío de la noche, en el corazón de las mujeres que siempre amó. Un coche, una escalera, una difícil confesión. Un marido sospechoso, una madre comprensiva... una hija inocente.

Perdió todo. Todo lo demás queda en un segundo plano. Todo lo demás eran juegos entre estúpidos hombres llenos de orgullo y sangre en las manos.

A Michael Corleone le hirieron.  Le hirieron en una escalera. No en cualquier escalera. Le hirieron en la escalera en la que celebraba el momento más feliz de su vida. Por primera vez, su familia al completo se reunía en torno a él, en torno a un héroe de guerra convertido en villano. A Michael se le fueron todas las mujeres que siempre amó. A todas las perdió, tarde o temprano.

Un grito ahogado no pudo ocultar la culpa. Pero, a pesar de que su culpa fue haber perdido el norte entre lo honorable de una cena para vengar a su padre, Don Vito, y lo exageradamente mezquino de acabar con la vida de su propio hermano, Michael solo fue culpable de haber nacido en el crimen. Lo mamó desde la cuna, y ya jamás se pudo despegar de él.

"Yo quiero zanjarlo todo, pero me vuelven a meter dentro. Es imposible salir".

Más o menos así dicen las palabras más sinceras de Michael, de Al Pacino, de un genio.

Lo sublime fue descubrir que en una parte de su corazón, estaban los bailes con todas las mujeres que le marcaron en su vida, .... y nunca supo proteger.

martes, 3 de enero de 2012

Pesadilla después de navidad

Esta pesadilla me sucedió en una de las noches que recuerdas a la mañana siguiente al despertarte. Un cirujano, una mesa de hospital, un foco apuntándome a la cara. Tres jeringuillas de anestesia y una radial. Un torso desnudo. El mío. Un problema de corazón. No sé por qué, pero en los últimos días presiento que mi muerte será de algún problema cardíaco. Pues bien, atención a la paradoja. No estoy dormido por la anestesia, pero aún así no puedo decir nada, no puedo hablar. Cuando me operaron el brazo siempre tuve esa inquietud, de si se sentiría algo durante la operación. Sin embargo, no es posible que eso pase si la anestesia general hace su efecto. De hecho, una mala administración de la misma es causa de bastantes muertes al año, y al firmar el papelito de autorización lo pone claramente, que asumes que el propio cuerpo no pueda recuerarse de la anestesia. Pues bien, el hombre encendió la radial, la acercó sobre mi torso, y empezó a cortar, a incrustar la hoja sobre mis costillas, sobre mi esternón. Sentí la fragilidad de mi propio cuerpo, y a la vez, la liberación de mis entrañas hacia el infinito. De repente, a mitad de torso, con mi corazón asomando en la penumbra de todo aquel estropicio, el cirujano se dirige a mí y me comenta: "Lástima, me he olvidado las prótesis de silicona. Volveré. Quédese con la fecha de su próxima revisión. Terminaré mi trabajo para entonces". Entonces intenté gritarle a aquel hombre que yo no quería implantarme pechos, sino que tenía una enfermedad cardíaca. Pero como no podía hablar, mis intentos fueron fallidos.

Ok. El señor se fue de la sala, yo de repente podía moverme, aunque no hablar. Miré un calendario que había a mis espaldas. 27 de junio, no recuerdo de qué año. A su lado, el día 28 destacaba con un círculo fosforito una leyenda que rezaba: 28 de junio, implantación de Fernando. Yo sabía que lo que iba mal era mi corazón, no mis pechos. Pero bueno, como pude me vestí, siempre con la mano presionando mi torso para que no saliera toda la sangre de mi cuerpo, y me fui de aquel hospital.

Del resto no recuerdo nada, quizá un paseo y una explicación a mi familia de que me iban a operar. Pero ellos solo se sorprendieron como aquel que dice... ¡¡TAS!! TE PILLE´!" al salir de una esquina sin que tú te des cuenta. Y nada más. Seguramente resoplé con resignación, y pensé que al menos al día siguiente me iban a cerrar aquella hendidura sobre mi torso. .... Aunque me tocaría llevar tetas el resto de mi vida...