viernes, 25 de marzo de 2011

Una obra maestra

El sol se escondía de la noche, allá por las 6:45. El cielo, oscuro, fue adquiriendo colores malvas, violáceos, de un azul expléndido. Definitivamente, el día iba a radiar de luz. Un repertorio de rock de su juventud amenizaba la velada. Cada diez minutos, esa curiosidad felina por saber las cosas antes de tiempo que en él era característica, atronaba con fuerza una y otra vez.

¿El título? ¿El título? ¡El título!

¿Por qué ese título?

Un libro extenso aparecía solemne sobre la mesa. No había parado de darle vueltas al tema, a la vida de la escritora, a su mundo interior. Aunque pensaba que la conocía en esencia, no sabía hasta donde podía llegar su sensibilidad, sus miedos, sus pensamientos internos. A veces, le parecía un muro de hormigón impenetrable, una especie de sargento de hierro que se protegía del mundo. Pero aquel libro despejó sus dudas para siempre. El carácter de la escritora se había forjado a través de muchas vivencias, y de superar en más de una vez y dos veces una enfermedad que se apoderaba de ella cada cierto tiempo, que parecía estar acurrucada y en el momento menos preciso aparecía. Después de viajar por esa vida tan completa, de subirse al barco que le llevaba a lo más profundo de sus pensamientos, de observarlos impertérritos, de admitir un poder mayor en sus decisiones, en sus consejos, en su actitud hacia la vida, porque esta le había jugado 2.500 jugarretas y la chica del pelo rubio ceniza siempre se había defendido aprendiendo, dándose las hostias y, finalmente, golpeando con fuerza a su propio destino para superar todas las adeversidades, ya solo quedaba desempolvar las últimas páginas y terminar aquel viaje.

¿Cuál era esa sonrisa más poderosa que todas las pastillas que se había tomado en su vida la protagonista? ¿A qué se refería con el título, Tú sonrisa me droga?

Cuando llegó el momento de averiguarlo, no pudo evitar una sonrisilla de complicidad. Aquella última frase tenía mucho más que el mensaje de toda una vida. Aquella última frase tenía gotas de tinta de lealtad, otras de amor, otras de gran valentía, de honor y bondad, como decirlo, de echarle dos pelotas a la vida y marcarse una cita a fuego, un slogan, una forma de vida, una unión de sangre, un acuerdo, un buen pacto entre damas, el tesoro por fin encontrado al final del camino.

Todos los mapas que leyó en su vida llevaban a esa frase. Miles de piratas y bucaneros intentaban de vez en cuando derrivar sus naves, pero, impetuosa, Agirol Yar resistía sobre su propio eje, guiada sin duda por aquellos sentimientos de amor y cariño expresados al final de su viaje, armada de canciones y muchos muchos libros y relatos, de poemas y sonetos, de artistas expresando su libertad. Joder, su propia obra olía a liberación.

El tercer ojo visionario había hecho su trabajo. Claro que... ahora tenía trabajo de nuevo.

Power my friend.

Your smile too drug me.

Bless




1 comentario:

  1. Gracias, ya sabes ke opino de los comentarios ke no sean en persona aun asi se agradece ke te guste mi estilo. Para ke tu lo difrutes...
    besos y un abrazo de oso panda

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