jueves, 26 de abril de 2012

Un cuerpo muerto que respira

       El accidente del Avispón verde había dejado a Louie y a Phil en una situación física extrema, sin comida, agua o refugio. Sin embargo, en Kwajalein, los guardias procuraban despojarlos de aquello que los había mantenido vivos a pesar de haber perdido todo lo demás: deseaban quitarles la dignidad. El sentido del respeto por ellos mismos y el de la valía personal, siendo el armamento último y más sutil del alma, yace en el corazón de lo humano; ser privado de la dignidad equivale a deshumanizar, a poner por encima o por debajo de lo humano a un ser. Las personas sometidas a un tratamiento deshumanizado experimentan profunda desdicha y soledad, y descubren que es demasiado difícil mantener la esperanza. Sin dignidad, el sentido de identidad es borrado. En su ausencia los hombres no logran definirse por sí mismos, sino que terminan siendo definidos por sus captores y por las circunstancias en que los obligan a vivir. Un aviador estadounidense, derribado y degradado por sus captores japoneses, describió el estado mental a que este tipo de cautiverio conducía: «Literalmente me convertí en un ser humano de clase inferior».
       Pocas sociedades valoraban tanto la dignidad como los japoneses; pocas sociedades temían tanto a la humillación como ellos. Para los japoneses la pérdida del honor merecía el suicidio. Ésta es quizá la razón por la que sus soldados, en la Segunda Guerra mundial, humillaban a sus prisioneros con tanto celo, procurando despojarlos de aquello que más dolía y más los destruía con su ausencia. En Kwajalein, Louie y Phil aprendieron una verdad oscura y por demás conocida en los malditos campos de concentración de Hitler, conocida también para los esclavos de América del Sur y para cientos de generaciones de personas traicionadas. La dignidad es tan esencial para la vida humana como lo es el agua, la comida y el oxígeno. Si el hombre se aferra a la dignidad a pesar de las pruebas físicas más extremas, el alma humana es capaz de mantener vivo a un cuerpo mucho más allá del punto en que éste debería haber claudicado. La pérdida de la dignidad puede afectar tanto a un ser humano como la sed, el hambre, la exposición, la asfixia o las mayores crueldades. En los sitios como Kwajalein, la degradación podía ser tan letal como una bala.

Fragmento extraído de Invencible, de Laura Hillenbrand

miércoles, 25 de abril de 2012

Invencible, de Laura Hillenbrand

Loui Zamperini se disponía a batir el record de la milla cuando la guerra sobrevino. Ni siquiera un atleta como él, nacido en Nueva York pero criado en un pueblecito llamado Torrance, situado al sur de California, podía eludir la responsabilidad obligatoria de enrolarse en el tren de la muerte. Porque Unbroken de Laura Hillenbrand demuestra las grandes negligencias de la guerra. Un ameno relato biográfico descrito en tercera persona, sin dialógos, pero sí con una carga narrativa destacable, y una descripción sencilla pero con mucha fuerza emocional de la vida de un finalista olímpico y aviador del ejército de los Estados Unidos. Sin duda, Invencible se trata de un buen libro. Si acaso, su único fallo es el viraje que toman los acontecimientos durante la guerra. Perdidos en una balsa a la deriva, Loui y dos compañeros de la aviación norteamericana sufren una serie de desavenencias tan similares a las narradas por Gabriel García Márquez en Diario de un Náufrago, que le dan un toque amargo a la historia, haciéndola bajar un par de peldaños. A pesar de eso, Invencible narra con crudeza la Segunda Guerra Mundial, pero sin caer en la fantasía. Un ejemplo real de cómo los intereses de unos pocos se anteponen a la vida de unos humildes muchachos de pueblo, que un buen día deben abandonar las aulas de la USC (Universidad del Sur de California) para afrontar un trance que cambiará sus vidas para siempre.

Nota personal: 6,5



miércoles, 4 de abril de 2012

Imperialismo puro y duro

Si como todas las previsiones indican, finalmente España es intervenida por la troika (UE, BCE y FMI; es decir, gobierno de Alemania, banqueros alemanes y mercados de especulación) como le está sucediendo a Grecia, recordaré todas esas discusiones interminables con mi padre, que piensa que la gente que se metió en las hipotecas tiene la culpa de la crisis. Además de Zapatero, por supuesto... Algo muy grave falla para que alguien piense así.

Pero, independientemente de lo que piensen los que no piensan, o dejan que otros piensen por ellos, la realidad es que las personas no hemos hecho nada para sufrir esta crisis. Otros nos la han organizado desde sus despachos y oficinas. Y la gente no tiene la culpa del festín que se están montando los banqueros alemanes a su costa. No quiero alarmar a nadie, pero cíclicamente aparece un nuevo imperialismo en Europa, y creo que es precisamente lo que está sucediendo hoy en día. Además, con un 'sospechoso habitual' en la historia de nuestro continente: Alemania.

Haré un pequeño repaso de lo que han sido estos últimos 2.700 años a nivel de Imperios:

Desde las expansión de los griegos por el Mediterráneo (750 a.C.), pasando por el Imperio macedónico de Alejandro Magno, posteriormente el Imperio Romano, y más tarde la colonización continental de los pueblos bárbaros conquistando desde el norte, el poder se ha ido repartiendo cíclicamente en estos últimos 2.700 años a través de una serie de imperios que se expandieron a lo largo de unos 50-200 años de duración en los últimos 1.000 años.

Los pueblos francos del Este de la actual Francia, tras un reparto de la herencia de Pipino 'El Breve', vieron erigirse al mayor de sus hijos, Carlomagno, como el primer creador del Sacro Imperio Romano-Germánico. Más tarde todo eso fue evolucionando, hasta que el poder se concentró efectivamente en los pueblos germánicos al Oeste de Europa y de Europa Central. Carlos V, el emperador del nuevo Imperio en el Siglo XVI, desarrolló todo su poder desde las costas del Mar Báltico hasta el norte de Túnez, incluso osando conquistar algunas plazas históricas del Imperio Otomano como Omán o Trípoli; y más tarde legó un poder descomunal a su hijo Felipe II, con los territorios de Europa, norte de África y Ultramar.

El Reino de Castilla era su 'granero', y también el lugar del que salían sus guerreros y los impuestos para mantener el Imperio. Contrariamente a lo que todo el mundo piensa, en España nunca hubo un gran imperio. De hecho, el propio Carlos V apenas pisó nuestras tierras, y siempre estuvo mucho más unido a la corona germánica, de la que había heredado el control efectivo del Imperio gracias a su abuelo Maximiliano I de Austria. Solo le correspondía el Reino de Castilla por ser hijo de Juana I de Castilla (Juana 'La Loca') y de Felipe 'El Hermoso'. Nieto de los Reyes Católicos, jamás dedicó ni una décima parte del esfuerzo de éstos para dar el suficiente protagonismo a nuestra península.

Carlos V se casó con Isabel de Portugal, y de su matrimonio nació el heredero, Felipe II. Pero repentinamente, su mujer falleció, y en las Guerras que organizaba por Europa, conoció a Bárbara Blomberg, una 'plebeya' a la que nunca dio el tratamiento adecuado. De sus esporádicos encuentros nació Don Juan de Austria, obviamente, el hijo bastardo del Imperio, pero seguramente el gran héroe de la historia de España, o, al menos, al que más se ha ignorado, teniendo en cuenta que venció a los otomanos comandados por el temible Alí en la histórica batalla de Lepanto.

Pero, al contrario de lo que piensa la gente, todo el poder del Imperio no se concentraba en los reinos hispánicos, sino en las manos de los príncipes germanos, y de los banqueros de la Lombardía y Países Bajos. Ellos, empujados por la contrarreforma luterana, y por la fuerza de Federico Barbarroja, dominaron Europa por otros 150-200 años, dejando a los emperadores de la dinastía de los Austrias en la estacada, y desarrollando un comercio continental nunca visto en toda la historia, lo que provocó, incluso, un cambio de cultura gracias a la imprenta, así como el desarrollo de la burguesía europea.

Más tarde, el pueblo anglosajón tomó las llaves de la nave del comercio mundial, y con ellas, la dominación efectiva del mundo conocido. Llevaron el concepto de Imperio Naval al grado superlativo. Con su natural tradición por robar en las rutas comerciales a través de los corsarios, más la explotación pesquera y el control de 'La Ruta de la Seda', Gran Bretaña montó el Imperio más grande jamás visto en la historia de la humanidad. Los Siglos XVIII y XIX fueron suyos indiscutiblemente, desarrolló las dos primeras Revoluciones Industriales, y solo la Gran Guerra de 1914 terminó con su vasto imperio, que entró en clara decadencia desde entonces.

Desde Indochina hasta el Este de los Estados Unidos, pasando por Oriente Medio, el subcontinente de la India ('La joya de la corona'), el Sur de África y Egipto. Toda la riqueza la regentaba el 'Imperio de la Rosa'. Hoy, por suerte, tan solo quedan resquicios muy 'sucios' de toda su herencia, como Gibraltar, Islas Malvinas, Malta, los países de la Commonwealth, y la inestabilidad política y económica que provocó su salida de Afganistán, Irák, Pakistán y La India a mediados del pasado siglo. Un gran conflicto geoestratégico por el que jamás ha pagado Gran Bretaña, a pesar de ser una de las grandes culpables de las actuales tensiones en Oriente Próximo.

Como digo, la Gran Guerra de 1914 le vino de perlas a Estados Unidos, emancipado del poder anglosajón a finales del Siglo XVIII, para conquistar el mundo poco a poco desde entonces. El presidente Wilson entró en guerra en Europa en 1917, y desde ese momento, Estados Unidos dominó el mundo gracias a sus estrategias un tanto sucias (por decirlo finamente) que ha desarrollado alrededor de La Tierra para crear guerras, destruir países, financiar a los gobiernos para reconstruir esos países, y así dominar las deudas de una gran cantidad de estados.

Hoy eso se acabó. Tras la Guerra Fría, los BRIC's, es decir, Brasil, Rusia, India y China, han pasado a tomar el control del planeta, y su imperialismo solo acaba de comenzar. No obstante, en Europa vivimos una crisis existencial, porque todo el poder que históricamente dominábamos, lo hemos perdido en el Siglo XX debido a todas las guerras, y a la prohibición de las prácticas colonialistas, y ahora no queremos aceptar nuestro destino, que ha pasado a un segundo plano de la escena mundial.

Pero, aún así, las ansias imperialistas nunca mueren, y Alemania se haya ahora mismo dominando económicamente todo el Mediterráneo (siempre fue su aspiración, pues es un país que siempre ha anhelado controlar Europa, y escasísimas veces se ha lanzado a conquistar otras partes del mundo) creando graves crisis financieras en algunos países como Grecia, Italia, España y Portugal, por lo que tiene el dominio de facto sobre todos estos gobiernos, al asegurarse el control de todos sus recursos económicos y ponerlos a su disposición.

Así, contextualizado el problema históricamente, que se firmasen hipotecas basura y la gente no pueda ahora hacer frente al abusivo pago que conllevan, solo me parece un efecto de este imperialismo que condena al más débil, en este caso nosotros los españoles, y corona al más fuerte: los banqueros alemanes, dueños de nuestra deuda y de nuestro destino como país en estos momentos.

Entonces, cuando mi padre y mi tío me ametrallan durante el trabajo con frases como: "La gente merece la crisis por meterse en las hipotecas, por vivir por encima de sus posibilidades, por irse de vacaciones..." me da mucha pena, ya que es algo así como si un habitante de la República del Congo dijese: "La gente merece morir en las guerras por ser tan avariciosos intentando que no les expropien sus tierras, sus minas, y todo su territorio". Entonces, ¿quién tiene la culpa de la crisis, el pueblo al que sistemáticamente quieren dominar y solo reclama sus derechos y su posición como estado, o el dominador sin escrúpulos, que solo busca acaparar poder y más poder?

En realidad, este cuento es más antiguo que la propia humanidad. Y ahora está sucediendo lo mismo que ha sucedido toda la historia. Gente dominando, y gente dominada. Nada ha cambiado. Y la gente dominada, por dios, es imposible que sea culpable, es imposible que seamos culpables de todo esto de la deuda y de la crisis financiera. ¿Qué pasa, que los alemanes no viven mucho mejor que nosotros, se pegan sus vacaciones por la costa, trabajan menos horas que nosotros, y aún así, dicen que son más competitivos?

Claro, yo también sería competitivo si dominase la deuda de un mogollón de países, entre los que se encuentra España, obligándoles a comprar mi maquinaria y tecnología, creándoles un semi-estado de bienestar con fondos de desarrollo y otras subvenciones para potenciar un poco el comercio interior, y así poder comprarles lo que ellos producen. De esta forma, no tienen que preocuparse de su propia deuda, y pueden mejorar el país, invirtiendo en él gracias al dinero del resto de países que están colonizando. Lo siento, es la realidad, es un colonialismo de facto, lo llamen como lo llamen. De hecho, tiene un nombre: sistema de protectorado, y lo popularizó precisamente Gran Bretaña en el Siglo XIX. Consiste en producir en tu país y asegurar las ventas en el país que dominas, que acaba comprándote tus productos. Y, por si esto no fuera poco, también están incluyendo prácticas de esclavismo, al decir que ahora traerán a los jóvenes en paro de España para Alemania para cubrir sus propias necesidades, para trabajar en lo que ellos no quieren trabajar, cobrando una auténtica miseria. Me recuerda inevitablemente al comercio de esclavos y mercancías del Siglo XVI y XVII.

Gran culpa de todo esto también la tienen los bancos españoles, que dieron grandes préstamos para crear todo tipo de infraestructuras (a muchas empresas que quebraron y que jamás han devuelto ese dinero), y también dieron mucho dinero para que la gente se comprase pisos. Pero los pisos no eran tan caros, y el banco tampoco tenía ese dinero que estaba prestando, sino que se lo estaba pidiendo a Alemania. Entonces, con la crisis los bancos eran los que de verdad estaban en problemas con Alemania, no España como país. Pero, ilusos nosotros, decidimos rescartarles y asumir su propia deuda, y ahora nos vemos envueltos en un problema que no creamos, sino que fue creado directamente por la especulación financiera sobre nuestra gente y sobre nuestros activos. Hoy en día, sin embargo, todos los que provocaron la crisis se han ido de rositas, e incluso, ahora son ministros de economía, véase el señor (por llamarle de alguna manera) Luis de Guindos, que estafó a muchísima gente con lo de Lehman Brothers, y ahora dirige el destino económico de nuestro país. Yo digo que no se puede culpar a la gente por querer vivir su propio destino, intentar comprar un piso y formar su propia familia. Es imposible que la gente que intentó emanciparse sea culpable de todo lo que está sucediendo, y creo que he aportado suficientes argumentos para entender que esto no es así.

Así que, cuando ordeñamos y sale la típica frase de que Alemania es la 'hostia en verso', que son productivos, competitivos, y muchas mas palabras que acaban en -ivo, yo recuerdo la historia, y veo a Pelayo en Covadonga, y a los madrileños que se levantaron contra Napoleón, veo a Viriato resistiendo por muchos años la afrenta de los romanos, y, tristemente, también les veo allí a mi padre y a mi tío, y a nuestros padres, tíos y abuelos, haciendo florecer la democracia, esa que nos liberaba por fin de un dictador sin escrúpulos. Qué pena que muchos de ellos cambiaran nuestra historia, y, sin embargo, no fueran conscientes de su hazaña. Qué gran pena que ahora acaten el dominio de Ángela Merkel y los mercados, como en su momento hicieron con Franco. Dicen que debemos aprender de la historia para no cometer luego los mismos errores, pero también dicen que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, e incluso, el famoso 'Homo homini lupus' del latino Tito Macio.

Nos seguirán jodiendo, esa es la cruda realidad. Solo cuando todos nos demos cuenta de que nuestra moneda no vale nada, y cuando el Estado español caiga en bancarrota gracias a las tácticas abusivas de los mercados controlados desde Alemania, quizá entonces nos demos cuenta de la gran mentira que era la crisis española, que no la causó Zapatero, ni el 'boom' del ladrillo, ni Aznar, ni la gente por irse de vacaciones. Está muy claro lo que no está pasando, y está muy claro que tarde o temprano tendremos que levantarnos contra los abusos de Bruselas, de Berlín, y de todos aquellos que no paran de especular con nuestras vidas. Espero poder vivir para verlo, para ver como nos unimos todos juntos para reivindicar nuestra libertad como nación. Y no estoy apelando a sentimientos nacionalistas de estos de mierda, sino por un control tácito de nuestro destino vital. Y desde la creación del Estado, este destino se rige por la soberanía nacional de los países, a esa soberanía me refiero, y esa es la que debemos recuperar.

Sé que en realidad la solución debería ser más colaborativa, y Europa podría hacer que todos viviésemos mejor, pero como eso no va a suceder, y ya va quedando medianamente claro lo que hicieron en los tratados de Roma del 57, en Maastrich en el 92, en Niza en el 2000, y, finalmente, en Lisboa en 2007, la solución pasa por retirar nuestro apoyo al proyecto europeo actual, pues símplemente está aglutinando los apoyos de los países para beneficiarse del cambio de moneda. Para ellos, antes era imposible desfalcar a un estado como Grecia o España, pues monedas como el dracma o la peseta no les interesaban para nada. Pero ahora la cosa ha cambiado, y cuando pedimos un préstamo al BCE, se lo pedimos en euros, y los opíparos intereses les llegan a ellos también en euros. Por eso crearon el euro, para asegurarse de que los estados más débiles acabarían ahogándose y recurriendo a los préstamos de los grandes banqueros europeos. Ahora nos tienen dominados por este motivo, y yo digo que no es justo, y que están atentando contras los principios básicos de libertad y soberanía de los Estados.

Un nuevo imperialismo disfrazado de 'buenas intenciones' nos obliga a decidir si queremos hundirnos hasta el fondo, o queremos protestar contra una situación injusta a todas luces, que está provocando la mayor fractura de recortes sociales desde que vivimos en democracia. Y amenaza con ir para largo...