jueves, 29 de julio de 2010

Crónicas nocturnas

Soñar evoca una pluma volando guiada por la curiosidad de doblar la siguiente esquina. De una alcantarilla solitaria la bruma de enero esconde un vapor que asciende imperceptible. La calma sólo se deja tambalear por el suave silbido del fresco viento helado que cruza la avenida, vacía a aquellas horas de refugio. Un gato asoma la cabeza detrás del contenedor repleto de grandes tesoros deseosos de ser encontrados. Al otro lado de la calle, agazapado y asustado, un pequeño roedor espera resignado servir de cena para el estiloso felino. Pudo escapar dos manzanas antes pero siente que sus pulmones se hichan cada vez más debido al gélido aliento del invierno, demasiado justo y exacto con las reglas de la naturaleza, y ya sólo desea terminar la persecución. Cómo sería su nueva vida en la tripa de otro ser callejero, se pregunta. La aventura ha llegado a su fin. Un zarpazo en el costado es suficiente para el valiente ratón.

La pluma no sirve de caza, pensó de sí misma la hormiga orgullosa de sus hazañas matutinas. El fortín oculto bajo el fresco musgo de esa pequeña aldea montaraz corría serio peligro de congelación. Los intentos de evacuar la colonia aquella jornada habían sido del todo infructuosos. Pero Zuma tenía un plan. Sus sueños se cruzaron con la pluma aventurera, y, como si toda su vida dependiera de un impulso, el pequeño ser de antenas flexibles divisó a lo lejos lo que parecía ser la casita de una guarida de ratones. ¡Estaba abandonada! Santo cielo, cómo podía ser posible.

Zuma frotó sus ojos, incrédula ante tal descubrimiento, y divertida, mordió la última partícula de su baquete de vísceras que había encontrado poco antes al lado de un contenedor. ¡Pick! ¡Pick! - gritó el pequeño ser - ¡Ven a ver esto, Pick!

Perezosa, la anciana hormiga obrera abrió uno de sus ojos-¿Qué pasa, Zuma? ¿Ya estamos en el cielo de las hormigas? Que raro, es igual que la colonia.

- Nooo, te equivocas amiga. Tienes que verlo. Creo que nos podremos salvar. Díselo a Zack. Podemos organizar una expedición al alba, ese refugio de roedores está abandonado. ¡Un refugio de roedores! ¿Te imaginas, Pick? Con sus túneles y su grano acumulado. Vamos a vivir como reinas.

- Yo sólo soy una vieja hormiga, Zuma. Mi tumba tiene que ser la colonia. Pero, supongo que es posible cruzar por esa zanja hacia el nuevo refugio. Con algo de suerte las más fuertes de nosotras podrían fundar la colonia definitiva.

- Jo, cómo hablas Pick. La colonia definitiva, dices. ¿Tienes idea de lo que eso significa? Se acabaron los fuertes de pipas, las semillas protectoras a forma de muro. De ahora en adelante, las raices nos protejeran del exterior.

La pequeña Zuma corrió con sus diminutas patitas al interior de la colonia. Un desesperado insecto, más poderoso que el resto, rezaba por las últimas horas de su propio fuerte. Era el fin. Sólo habían pasado dos inviernos y la casa más bonita de la historia de su familia se consumía por el crudo hielo.

Pick era la única esperanza para la colonia. Esa noche se trazaría el plan más grandioso jamás contado por las pequeñas trabajadoras. El futuro adquiría un tono verde ondulante. Cuando Zack divisó la nueva guarida, gritó... ¡Oh, my god! ¡Estamos salvados!

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