domingo, 5 de octubre de 2014

Entre el vapor en el que habito

Ahora solo estoy vagando en la penumbra de las sombras, entre vapor como Squall en Final Fantasy VIII. En el norte no hay nada, tan solo una llanura yerma, una pisada más, una ilusión lunar, un lunar en mi vida, una vida por detrás. Por delante tan solo pasos vagos, pasos hacia ningún lugar, entendiendo la vida y la muerte, me alcanzará y no la evito, no la esquivo. El juego es fácil. Una misión tan solo, inocencia de mí, no dejar de palpitar y volar, estremecerme hacia la poesía, creando modestia, necesitando crear modestia, demasiado traicionado por las certidumbres menos ciertas, confundido por mi alrededor, y apago la luz. Nada me corresponde a mí, nada de eso soy yo. Por eso avanzo en la oscuridad, lleno de mis sombras y mis dudas, nada vale si no es avanzar hacia un lugar que no me corresponde, que solo creo en mi psique, aquella que con 5 años me hacía llorar por no encontrar un rumbo, por no tener una mujer, por no ser entendido. Ahora soy el mismo niño que con una raqueta volaba fuera de sí mismo y solo veía un cuerpo golpeando un cuerpo verde, una circunferencia con tacto de terciopelo. Estaba siempre fuera, y por eso un día levité, y a media subida paré, porque quería aferrarme a una tierra que no me corresponde. Nada me corresponde, solo el viento, el que me azota y me mueve solo cuando le dejo, el que me da velocidad para llevar más allá un futuro incierto, una certidumbre penitente, esa es mi existencia. No voy a echar la vista atrás, no voy a saludar al que me negó una mano amiga, no voy a ser amigo ni amiga de quien escupió en mi amistad, de quien no comprendió la complejidad de un ser que se cuestionaba su propia existencia desde que tenía uso de razón. Y ahora soy bastante más duro habitando entre mis nieblas y avanzando solo hacia el abismo. Por eso sé que el abismo está más cerca, y no le tengo miedo. Avanzo día tras día, hora tras hora a la cita más puntual, la que me llevará más allá. Esto no va sobre la muerte, esto va sobre un camino, y ahora lo completo, un ser inerte lo ha trazado por mí, una maldita soga al cuello desde que nací, un montón de juicios y justicias que se encaminan hacia mi yo etéreo. Soy etéreo ser, solo eso. Muy difícil poner orden en una mente así. Intenté ser normal, intenté ser uno más, y no lo conseguí. Intenté enfrentarme a mi yo, y perdí, y ahora solo le dejo que actúe sin más, que me lleve donde le plazca, que me deje habitar en un rinconcito de su abrumada persistencia, que no existencia. Persisto aun a pesar de mí mismo, y como ya perdí la partida de la vida ahora no le doy más vueltas, me ha ganado la vida y me han ganado todos los habitantes que viven en ella. Por eso vago solo hacia el abismo de mi ser, el que se muere de ser yo mismo, el que se abruma en el vapor en el que habito. Son tienieblas en un lugar indefinido, donde no hay mucho sentimiento que rascar, más bien he entendido que lo más importante en este mundo es seguir tu camino y no interponerte en el de los demás. Si no puedes hacer feliz a alguien, ya de nada vale intentarlo, lo pondrás peor. Avanzo un paso más, pero a veces Eyes on Me golpea con su pico feroz en mi retorno individual. Sigue habiendo mucho hueco a la emoción y a la lágrima, incluso en un ente que ya dividió su vida por una guadaña inevitable que lo cortó todo muy profundo.

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