martes, 6 de diciembre de 2011

Gracias Radio 3

En pocos lugares como en Radio 3 descansa tan bien custodiado el tesoro de la música. Allí la miman, la cuidan, velan porque nadie se apodere de su magia. Son programas de country con un narrador que habla despacito, o de reggae las madrugadas de los viernes, para dar paso al gran pulmón de Frank T, totalmente discutible como MC, pero indiscutible como defensor del Rap, de esa fiesta que ameniza Jotamayúscula un día después para que se entere todo el barrio de que esto es lo que está sonando locooooooooooooo. Con los conciertos por La 2, los insomnios relajados de música chill o new age, en fin, para todo el mundo. Nostálgicos de los 70, viejos rockeros exigentes, ganas de conocer más allá del negocio, el arte por el arte, lo desconocido directamente en conexión con tus oídos, para, como bien dice irónicamente el propio Frank T, te bajes a la farmacia, papelería o carnicería más cercana de tu casa y te pidas los discos de toda esta familia de la música que de verdad trabaja por el gusto de hacer feliz a los demás. Sería increíble que en las farmacias se vendiesen los trabajos de todos estos artistas, y como no parece el objetivo principal de Radio 3 el de vender artistas, te saltan de vez en cuando con este tipo de recordatorios de lo complicado que es encontrar esta música por la calle. Los artistas en todas sus facetas, al igual que en el periodismo, deben prostituir su género de forma gratuita, pues en el mundo egoísta en el que vivimos solo pagamos por tonterías y no por lo que de verdad vale la pena. Esto es culpa de la televisión. Allí nos han enseñado que la cantidad es lo que cuenta, y como ahora vivimos en la época de las super masas y del todo vale, abunda mucha mierda y basura, y esto lo paga todo el mundo. Miramos como ladrones al músico que pide seis euros por un disco que le ha costado mucho esfuerzo grabar, o como un loco al escritor que vende su libro por diez euros y a cambio te va a ofrecer hora y horas de diversión, o al pintor que pinta su retrato en una calle pintoresca por 5 euros. Los miramos como delincuentes porque incoscientemente los asociadmos a la cultura de las multinacionales, que todo lo manosean y lo mercantilizan independientemente de su calidad. Como el ser humano es un ser asociativo, es decir, que asocia ideas para facilitar su comprensión sobre la realidad, piensa que ese músico, escritor o dibujante, o periodista que solo quiere vivir a cambio del trabajo que puede ofrecer, les está robando, les está pidiendo su sagrado dinero por algo que no vale nada, que ellos se pueden encontrar en las redes sociales o en la televisión totalmente gratuito. Y así discurre el ingrato trabajo de crear valores en una sociedad, de educar en diversas materias: alejado del ruin ejemplo mercadotécnico, pero a la vez dependiente totalmente de él para sobrevivir en esta jungla de cristal.

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