domingo, 22 de enero de 2012

Alonso

Alonso, hombre cano de 76 años. Camina despacio. También habla despacio. Sus ojos, dos nostálgicos habitáculos que han visto y sobrevivido a siete operaciones de corazón. Desde los 40 años ha tenido este problema. En Sevilla le trataron los mejores médicos, pero también estuvo en Navarra, donde le realizaron la última operación. Tiene la cara algo pálida, aunque no exenta de salud. Para Alonso, la ventaja de su problema de corazón se basa en el placer de pasear todos los días por las calles que le vieron nacer, y por los dos chatillos de vino que le ha recomendado el médico para abrir la circulación. Con una sonrisa en la boca, me confiesa que para él la felicidad son esos chatos de vino, el partido de los domingos y el paseo diario.

Solo se tuerce su gesto al hablar de su famila. "Tengo tres hijos zumbaos, que se fueron a Madrid y se metieron en una mierda... cómo se llamaba?"

-Una... secta? -intento ayudar.

-Eso. Eso es, exactamente. En una secta, o algo así. Hace muchos años había un señor religioso que se fue a los suburbios de Madrid, con los drogadictos de las barranquillas. Les juntó a todos, le dieron todo su dinero y él a cambio les daba la droga y les metió en algo peligroso. Mis hijos están ahí...

-Pero, ¿qué le pasa a sus hijos, señor Alonso?

-Uff, no está bien lo que están haciendo. No me hablo con ellos. Ahora, dentro de dos meses voy a ser otra vez abuelo. Mis nietas... no llegan a los 10 años de edad, y me van a hacer abuelo... -me confiesa Alonso, con una voz impotente y la mirada triste.

Los 'kikos' es una de las sectas de la iglesia católica más peligrosas que existen hoy en día. Recientemente, el papa Ratzinger les ha legalizado como una familia más dentro de la propia iglesia, y van proclamando por ahí un mensaje erróneo y anticuado de la sociedad. No permiten ningún tipo de protección en las relaciones sexuales, y las mujeres son tratadas prácticamente como exclavas sexuales. Su primer rito de iniciación comienza con la primera menstruación, y después, deberán tener tantos hijos como Dios les quiera dar. Esos son los mandamientos de esta gente. Las personas que entregan todo su dinero y su dignidad a esta secta, no saben el error que están cometiendo al hipotecar el futuro de estas pobres niñas.

"Tengo dos nietas que van a tener un hijo. No llegan a los diez años!!" Una y otra vez Alonso lo repite. Creo, sinceramente, que la idea le atormenta. No me conoce de nada. Jamás había hablado conmigo. Solamente, le sorprendió mi caminar, mientras él iba mucho más despacio. Seguramente le debí recordar a él mismo de joven. Por eso se desahoga conmigo.

"Yo prefiero estar aquí, hablar contigo, o con otras personas por la calle, como siempre he hecho. No quiero acabar en una residencia plagada de viejecitos que están peor que yo".

Y así se encamina a un bar cercano, porque el dueño "le cae simpático".

-Hoy hay derby -le explico.

-Ah, ¿sí? Pues no me lo pierdo.

Y yo sigo caminando, mientras ya a lo lejos Alonso me desea hasta por dos veces que sea muy feliz en mi vida. Creo, que él lo intenta ser, a pesar de ver cómo no les ha ido tan bien a sus hijos.

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