domingo, 11 de septiembre de 2011

Los atormentados


La vida y la historia la completan biografías extremas, como aquellas que ilustran la desolación de toda una generación. Me refiero a los fenómenos fans, los que en otra época habrían dado lugar a un nombre poético acabado en ismo.

Es extraño encontrar genios vivos que sean genios. La mayoría habrá pasado por un proceso de alejamiento de la realidad que lo convierte en eternidad mucho antes de haber marchado, y los demás habrán marchado para que alguien les ponga esa etiqueta junto a su epitafio.

Congelan la sangre las historias de algunos de ellos, que lograron aumentar su caché a un precio muy alto: la muerte. Me refiero al club de los 27: Robert Johnson, Brian Jones, Jimi Hendrix, Janis Joplin, Jim Morrison, Kurt Kobain y recientemente la cantante de soul Amy Winehouse. Esta última es la más cercana a mí en el tiempo, y muchos serán reacios a incluirla en la lista, pues hay que recordar que tan sólo sacó un disco en su breve vida: Back to Black. De hecho, la historia está llena de grandes cantantes que murieron a esa edad. Concretamente, 33, y no todos tienen vidas tan siniestras para morir jóvenes y dejar un cadáver bonito, y mucho menos para profanar ese grupo original del 'Club de los 27'.

Quien me conoce sabe que me hubiera gustado nacer negro. Creo que a Amy también. De ahí el título de su disco: "Back to Black", es decir, "De vuelta a la música negra".

Pero la maldición de su música no fue esa, y no se hace justicia con su voz etiquetándola por su vida privada, cuando el tiempo seguramente la coloque en un lugar muy alto. Por lo menos era una artista de verdad, frente a la proliferación de productos perecederos de dudosa calidad y procedencia que pululan por las programaciones de la mayoría de radio fórmulas de todo el mundo.

Los tres estandartes originarios de esta generación, Jimi, Janis y Jim, nos dejaron en apenas 10 meses de diferencia. Son los que van desde el 18 de septiembre de 1970, cuando Jimi Hendrix muriera ahogado en su propio vómito tras combinar vino con somníferos, hasta la muerte del guitarrista de The Doors, Jim Morrison, el 3 de julio de 1971, tras sufrir un paro cardíaco, aunque la causa de su muerte jamás se investigó a fondo.

Entre medias, la excepcional cantante de blues, Janis Joplin, moría a causa de una sobredosis de heroína, el 4 de octubre de 1970 en su casa de Los Ángeles.

Compañeros de generación a los que tan solo les separaban 11 meses de vida y existencia. Prendían la larga mecha de atormentados, artistas magnánimos que debieran haberse convertidos en estandartes de la cultura musical de finales del siglo XX, y que de hecho, lo consiguieron, pese a su repentina desaparición.

Por tanto, estamos hablando de una edad maldita para morir, los 27 años, y tampoco importa demasiado si ortodoxamente unos sí pertenecen y otros no pertenecen al club.

Graves pérdidas todas, de cualquier manera. También se fueron antes de tiempo Bob y Michael, e incluso Elvis permanece vivo 34 años después de ser encontrado sin vida en su casa de Memphis.

El asesinato de John Lennon conmocionó a todos los amantes de aquel primigenio 'british pop' de los descarados Beatles. Otro atormentado, aunque las dudas acerca de su verdadero compromiso con la paz, como él siempre manifestó, aumentan por las malas lenguas, aquellas que siempre tratan de desacreditar al fallido, a aquel que no es oficialmente representante de la mayoría.

Todos ellos se fueron antes de tiempo, y aquí me gustaría plasmar mi pequeño homenaje totalmente atemporal, a todos aquellos que hicieron algo importantísimo por el mundo de la cultura y que nos acompañan a los demás pasen los años que pasen.

Dalí y Picasso también lo hicieron, Lorca y Miguel Hernández, e incluso Umberto Eco o Stephen Hawking, por no hablar de José Luis Sanpedro, Gabriel García Márquez y también Tony Leblanc. En muchos casos, hay genios que uno no sabe si continuan viviendo o ya comenzaron su perípato de la encrucijada ´. Aunque no es mi intención gafar la existencia de estos últimos, a propósito vivos pero tan eternos que es lo de menos.

No importa, porque la realidad es tan arrasadora que no tiene piedad siquiera con los procesos naturales. Yo recuerdo a aquel enorme Fernando Fernán Gómez, o al padre del periodismo actual, Francisco Umbral. Y también a Miguel Delibes, aquel que se fue hace menos de dos años y pareciera muerto mucho tiempo atrás, y a Paco Rabal, José Antonio Labordeta, Antonio Ozores, o incluso el genial presentador de televisión, Jordi Estadella. Luis Mariñas también nos dejó, aquel gran presentador de informativos, que al menos te decía con la mirada que él no era responsable de la mala comunicación que crean nuestros medios.

Luis Hermida o Carrascal también están muertos, aunque estos en vida. Son los mitos.
Nunca sabes si viven en el recuerdo de las personas o en la realidad, solo sabes que a veces mueren y no lo sabes, o siguen viviendo en el más absoluto anonimato. Será que este país tan visceral, al menos te deja descansar a partir de cierta edad, una jubilación mediática que a veces es un premio, sobre todo para estas personas que siempre han cargado con una carga de importancia que no parece ser inherente a la naturaleza humana.

Mariano José de Larra decían que era un romántico desubicado. Por supuesto. Los genios pueden estar desubicados temporalmente, o vagar desubicados por su historia vital. Pero todos aparecen con un halo de personalidad distinto al del resto de los mortales. Yo admiro a los genios vivos, a los genios muertos, a los genios famosos, pero sobre todo a los genios anónimos, aquellos que no van a ocupar nunca (para su suerte) el espectro de la suprema 'superioridad' en una determinada materia artística, pero que yo sé que son buenos.

Supongo que todos tendremos en nuestra mente una lista de grandes genios. Cómo definir a un atormentado, yo pienso que es aquel que no es consciente de su genialidad, ni siquiera cuando el resto alucinan con ella. La humildad y la bondad suelen iluminar también su presencia. Por algo se convierten en iconos y en faros para iluminar al resto de normales viandantes.

Esta entrada va por todos los genios del mundo, atormentados o no, que en mi vida he conocido. Sepan o no sepan que lo son, el homenaje permanece en pie.

Amy creó su tema "Sabes que no soy buena", y otro en el que informaba de que no se iba a rehabilitar. Sin embargo, su padre se despidió de ella con un cariñoso 'Buenas noches, ángel mío, que duermas bien'. Todos sabíamos que lo eras, aunque tu padre no lo hubiera dicho jamás.

A veces, uno tiene la suerte en su vida de coincidir con un ángel. No es sencillo y es una ofrenda y un regalo. Quizá, el mayor que nos puede conceder la vida.

'You know i'm no good'. Es el tema dedicado a todos los ángeles atormentados.

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